Sobrevoló mares. Caminó como pudo extensas tierras, secas, húmedas, pampeanas, patagónicas. Necesitó un largo sombrero de punta para guardar sus regalos. La magia siempre le había apasionado y quiso hacer lo que más le gustaba.
El hada Violeta se cubrió de una túnica y se tiñó los cabellos rojo frutilla. A veces la confundían con las brujas y eso le disgustaba. Insistía en que los niños supieran que jamás había hecho un hechizo.
Zoe, Ema y Lorencito esperaban una amiga de su tamaño, aunque no sabían que aparecería alguien
tan chiquitita. Extendió sus brazos y quiso besarlos. Por suerte no se rehusaron, más bien los aliviaba que antes de convertirlos en sapitos, les quisiera brindar afecto.
Y así fue como llegó hasta aquí, volando de fiesta en fiesta, soplando velitas ajenas y entreteniendo a la gente. Mágico fue el momento en el que la titiritera le susurró la verdad: -Violeta, mirá a la cámara y pedí tres deseos - en tono de confesión.
-En el mundo de los sueños -agregó-, también hay cumpleaños sorpresa. Hoy es tu fiesta.
Felicidades hada Violeta. Tus amigos y yo trajimos regalitos para vos: vestidos, guantes, libros, canciones y besos, mil besos para vos.
Zoe, Ema y Lorencito esperaban una amiga de su tamaño, aunque no sabían que aparecería alguien
tan chiquitita. Extendió sus brazos y quiso besarlos. Por suerte no se rehusaron, más bien los aliviaba que antes de convertirlos en sapitos, les quisiera brindar afecto.
Y así fue como llegó hasta aquí, volando de fiesta en fiesta, soplando velitas ajenas y entreteniendo a la gente. Mágico fue el momento en el que la titiritera le susurró la verdad: -Violeta, mirá a la cámara y pedí tres deseos - en tono de confesión.
-En el mundo de los sueños -agregó-, también hay cumpleaños sorpresa. Hoy es tu fiesta.
Felicidades hada Violeta. Tus amigos y yo trajimos regalitos para vos: vestidos, guantes, libros, canciones y besos, mil besos para vos.