Sunday, August 3, 2008

El voseo en la crítica argentina: Contorno en versión facsímil


Una crítica nacional directa y auténtica se corporiza en papel. La revista Contorno (1953-1959), cuyo promotor principal fue el joven David Viñas y dirigida por su hermano Ismael, ahora sale encuadernada en formato de compilación de revistas: un libraco al que se podrá subrayar, comentar al margen, releer sin mayores dificultades ni digitales esfuerzos.

Publicada y promovida desde la Biblioteca Nacional, casi todos los presentadores coinciden en hablar de aquellas críticas como un “lenguaje nuevo” que entra en el campo histórico en el marco de una “tensión dramática” (Américo Cristófalo) o una especie de “antropología urbana aplicada” (Horacio González) que le llega hoy a un “lector no correspondido”, “un lector a destiempo”.

Los protagonistas del parricidio crítico repiensan la experiencia de su juventud desde diferentes aspectos. Noé Jitrik, quien subió al escenario gracias al insistente León Rozitchner (el escritor había elegido ser parte del público), confesó que la atmósfera de Contorno había sido “una acumulación de pensamientos entre todos”, “una fiesta en circunstancias de inminencia política”. Avergonzado por su artículo sobre Marechal (Contorno nro. 5-6), Jitrik logró tanto la complicidad y la risa del público como el reconocimiento intelectual de David Viñas por aquel aporte sobre el Adán… Por otro lado, ese clima fue mencionado por León Rozitchner como un “campo de coherencia común a lo largo de toda la escritura de la revista”.

El profesor de Puán, arremetió contra los “figurones de la calle Florida” (devenida hoy 2008 una “feria centro-oriental”), como siempre, con sarcasmo, con sus categorías caricaturescas del período liberal: figurones con “guantes de patito y piel de camello”. David Viñas habló de todo y fumó. Contorno leía una literatura con sexo, con putos, con cuerpo. Contra Mallea y el ministro Ivanissevich.

Además explicó que el grupo tenía dobles, es decir una colección de seudónimos para aparentar que había más gente y al que ya no podría dar cuenta. Relató quién escribía a quién, sobre qué y qué formación tenían. Rozitchner y Mallea; Jitrik y Marechal; Alcalde y las instrucciones sobre la iglesia; una brevísima mención a Ismael y la política; el cooptado Sebreli; el brillante Masotta; Prieto y la derecha, y Borges; Adelaida Gigli y la poesía, entre otros.

Finalmente, el núcleo, el ademán frente a la nación. El recuerdo: “el mejor hombre de Contorno” fue Walsh. Al apagar el cigarrillo, la actualidad de la postura de Viñas:

“yo no soy del grupo K. Yo con la K…creo que mi relación se limita a Kafka y a su personaje, hablando con precisión porque se me repite el enfrentamiento. Digo, yo estoy permanentemente en polémica tanto con la nación como del gobierno de K”.

En definitiva y como el lector habrá comprendido, el voseo de la crítica significó mucho más que un lenguaje con una segunda persona local. Por ello la fortaleza del aparecido pronombre es la forma de un contenido con tilde, el acento fuerte y gráfico de la identidad nacional. Por lo tanto, la propuesta radica en que logremos realizar esta lectura acentuada: la percepción de la entonación literaria de la primera mitad del siglo pasado.